José Luis Laurencio Reyes es un joven de 23 años de edad y así consta en todos sus documentos legales; sin embargo, él afirma que tiene solo seis. Testifica sin rodeos, serio y ante el asombro o la risa de sus interlocutores ofrece argumentos irrebatibles.A este sagüero esbelto, complexión delgada y carácter bastante serio para sus años lo encontramos por casualidad y a sugerencia del doctor Richard Castro, angiólogo, que nos advirtió a modo de sugerencia: “Este muchacho sí es noticia. Míralo, que bien está después de seis años con un riñón nuevo”.
El aludido cambió la expresión de su semblante para mostrarse asequible a las preguntas y compartir con nosotros esa “noticia” propuesta de un tirón por el médico a la puerta de la sala de pacientes trasplantados.
“A partir de mis 17 años, cuando me injertaron un riñón de donante cadavérico, el 21 de septiembre de 2010, comencé a contar mis años de vida, pues aunque fueron solo cuatro meses sometido a tratamiento de hemodiálisis la experiencia, la angustia, las privaciones fueron tan grandes que son difíciles de mantener en el recuerdo.
“Todo comenzó inesperadamente. Nunca antes había tenido una sola señal que indicara el más mínimo problema en los riñones. Ya reclutado y listo para pasar el Servicio Militar General en una Unidad de Prevención de La Habana comencé a sentirme mal, flojo y a presentar vómitos y diarreas.
“Mi madre me llevó con una vecina especialista en Imagenología, quien reveló a través de un ultrasonido renal tener riñones desmedidos de tamaño. Ahí comenzaron pruebas y más pruebas. Era un hipertenso asintomático, que había debutado en una insuficiencia renal.
“Hasta ese momento era un joven sano, después del diagnóstico llegaron las restricciones, un cambio de estilo de vida totalmente distinto para un joven, medicamentos, alimentación estricta y la preparación de un acceso vascular en un brazo para comenzar el tratamiento.
“Tres veces a la semana debía viajar desde Sagua de Tánamo a Moa, donde era sometido a sesiones de hemodiálisis en el hospital Guillermo Luis. Así fue durante cuatro largos meses hasta un día que me llaman con urgencia desde el Centro Coordinador de Trasplante del hospital clínico quirúrgico Lucía Íñiguez Landín: había un riñón compatible conmigo.
“Me operó el doctor Roberto Cruz Mayo y su equipo. Para todos ellos la gratitud de mi familia, la mía, pues el trasplante fue un éxito. Cada tres meses veces vengo al hospital a exámenes de seguimiento, pero hasta ahora todo normal. Llevo una sobrevida de seis años con una existencia bastante corriente, soy jefe de almacén en un preuniversitario de Sagua, tengo novia y nada, el optimismo va conmigo.
“Claro que me cuido y con ello mi riñón nuevo, pero nada comparable con los días, meses después del diagnóstico. Consumo comidas sanas, no fumo ni bebo bebidas alcohólicas, hago ejercicios regularmente. Pienso vivir bastante”.
Así lo cree también el doctor Castro de ahí su sugerencia y también la enfermera asistencial Maurín Dumois, quien tras tomar la tensión arterial del paciente durante el chequeo de rutina puntualizó: “Está normal. Bien por ti Jose”.
Fuente: ahora.cu