Ernesto Góngora Pérez le debe dos veces la vida a su madre. Después de 18 años de Katia Pérez Tejeda haberlo traído al mundo, ella le dona unos de sus riñones para que él pueda vivir más plenamente. Así, el equipo multidisciplinario de trasplante del hospital clínico quirúrgico Lucía Íñiguez Landín, realizó este viernes el segundo injerto renal con donante vivo de este año y también el segundo de madre a hijo, precisamente, con el primero fue que inició este tipo de operaciones víspera del Primero de Mayo en 2013.
A este joven natural de Cristino Naranjo, municipio de Cacocum, le diagnosticaron insuficiencia renal crónica terminal (Irct) secundaria a una nefropatía por reflujo vesículo-uretral, por lo cual requirió de diálisis peritoneal y luego recibió un trasplante de un donante cadavérico, pero la función renal solo duró año y medio.
Después de este fallo del órgano injertado Ernesto requirió tratamiento con hemodiálisis durante unos cinco meses hasta llegar la decisión de ambos de realizar análisis de compatibilidad para someterse a la intervención quirúrgica.
Para la madre, de 39 años de edad, ese fue el momento de demostrar que por un hijo “cualquier cosa, hasta la vida” y dijo: “ si uno de mis riñones sirve ese es para mi hijo”.
Donante y receptor ahora están en la sala de recuperación evolucionando satisfactoriamente bajo los ojos vigilantes del licenciado Ernesto Carrazana, enfermo asistencial de turno en la Sala de Trasplantología.
El equipo intervencionista dirigido por el doctor Roberto Cruz Mayo e integrado por cirujano, anestesiólogo, enfermera, instrumentista, auxiliares y otro personal de apoyo dedica este nuevo logro de la medicina holguinera al Primero de Mayo.